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Entrevista con el act. Fabián Romo, Director de la Dirección de Sistemas y Servicios Institucionales de la UNAM, dijo a pesar de los riesgos, esta evolución es una oportunidad para todos.

El pasado 12 de marzo la World Wide Web (o www) cumplió 30 años de haber arrancado operaciones en el laboratorio del CERN, en Suiza y lo que en un principio era sólo una red local, pronto se convirtió en una de las revoluciones tecnológicas más importantes de la humanidad.

Nuestra vida sería radicalmente diferente sin su presencia, apunta el actuario Fabián Romo Zamudio, director de Sistemas y Servicios Institucionales de la UNAM. “Las personas que lo usamos todo el tiempo, para cualquier tipo de comunicación, no, no podríamos vivir sin la red. Hay muchos estudios al respecto y los análisis no son nada alentadores por las afectaciones que se darían a nivel económico, estaciones de servicios públicos, de salud. Internet está en todos lados”, dice.

La siguiente evolución de la red que impactará nuestra vida en los años por venir es el Internet de las cosas. Si actualmente nos conectamos entre personas y computadoras, pronto todos nuestros dispositivos también lo estarán.

“Esta cuarta etapa, el internet de las cosas, se denomina así porque ya no son sólo personas, se pueden comunicar prácticamente cualquier tipo de dispositivo que tenga una interfaz, un circuito a la red. Teléfonos, sensores, cámaras, porteros electrónicos, etc. La internet lo siente todo, porque puede estar en todos lados. No sólo captura información entre computadoras o humanos”, asegura el experto.

Sin embargo, debemos abrazar este nuevo paso con cuidado, porque, como lo explica Romo Zamudio, nuestros dispositivos no tienen las mismas capacidades de seguridad que una computadora o una laptop.

“El tener más conexión abre la puerta de sufrir un ataque, porque los dispositivos que se conectan son más sencillos. Es muy difícil protegerlos de la misma manera en que se protege a una tableta, un teléfono o una laptop.

“Esos tienen protecciones informáticas, los dispositivos por su misma simpleza se convierten en puertas susceptibles si algún usuario vicioso les encuentra lo vulnerable y así inducir los tipos de ataque que sufren todos los días”, agrega.

A futuro, el internet de las cosas será benéfico para el mundo industrial y, en igual medida, para nuestra vida diaria. La conectividad nos permitiría, por ejemplo, hacer más eficientes los cultivos y las cadenas de producción. El paso podría ser gigantesco, a pesar de los posibles riesgos.

“El hecho de que todo esté conectado conlleva riesgos, los hay informáticos y sociales. No es la tecnología per se, el riesgo es cómo la sociedad tiene definidos sus procesos (económicos, de seguridad, etc.) y cómo debe de actualizarlos en función de la tecnología”, afirma Fabián Romo y agrega:

“Si los humanos realizaran algunas de las funciones de una cadena industrial, por ejemplo, sí quedarían obsoletos. Debemos transformar esos puestos en ejecutivos, donde se tomen decisiones y capacitación. Todas esas tareas rutinarias, que vemos desde que empezó la robótica, ahora se ven influidas por el internet de las cosas. Nos ayuda a ser precisos, aunque algunos empleos se vean afectados.

“Dejar la cadena en exclusivamente en manos de la conectividad implica riesgos, ningún aparato es eterno. Necesita de un humano para intervenir cuando hay fallas o se necesitan provisiones. El internet de las cosas no sustituye a los humanos, facilita los procesos de la economía eliminando la intervención humana en procesos repetitivos. Especializa al ser humano, esa es la clave”, concluye.

Fuente: Gaceta UNAM Mar 16, 2019.